Investigadores de la Universidad RMIT han inventado una piel electrónica que permite que los robots puedan sentir el dolor como los humanos.
La piel desarrollada por el centro de investigación está compuesta por componentes electrónicos que reaccionan al dolor como sucede con la piel de los humanos. Sin duda es un gran avance en la robótica que permite abrir nuevas líneas de investigación para mejorar las prótesis e incluso para realizar injertos en la piel de las personas. El prototipo ofrece una respuesta ante sensaciones dolorosas con la misma velocidad que las señales que van a nuestro cerebro.
Tal y como ha reconocido la propia investigadora que ha dirigido la investigación, Madhu Bhaskaran, es un avance significativo para las tecnologías biomédicas que permitirán aumentar las capacidades de los brazos robóticos. También añadió que «La piel es el órgano sensorial más grande de nuestro cuerpo, con características complejas diseñadas para enviar señales de advertencia de fuego rápido cuando algo duele. Estamos sintiendo cosas todo el tiempo a través de la piel, pero nuestra respuesta al dolor solo se activa en cierto punto, como cuando tocamos algo demasiado caliente o demasiado afilado. Ninguna tecnología electrónica ha sido capaz de imitar de manera realista esa sensación de dolor tan humana, hasta ahora. Nuestra piel artificial reacciona instantáneamente cuando la presión, el calor o el frío alcanzan un umbral doloroso. Es un paso crítico hacia el futuro desarrollo de los sofisticados sistemas de retroalimentación que necesitamos para ofrecer prótesis y robótica inteligente verdaderamente”.
Según ha publicado Advanced Intelligent Systems, la nueva investigación combina tres tecnologías previamente pioneras y patentadas por el equipo:
- Electrónica estirable: utiliza materiales de óxido con silicona biocompatible para ofrecer dispositivos electrónicos transparentes, que a su vez son irrompibles y portátiles tan finos como una pegatina.
- Recubrimientos reactivos a la temperatura: recubrimientos auto modificables que son mil veces más finos que un cabello humano. Está compuesto por una base de un material que se transforma en respuesta al calor.
- Memoria que imita al cerebro: células de memoria electrónica que simulan el modo en que el cerebro usa la memoria a largo plazo para recordar y retener información previa.
El prototipo del sensor de presión combina componentes electrónicos extensibles y celdas de memoria a largo plazo, el sensor de calor reúne recubrimientos reactivos a la temperatura y memoria, mientras que el sensor de dolor integra las tres tecnologías. Sin duda este avance nos acerca un paso más para que los robots industriales y los robots colaborativos puedan tener el mismo tacto que los humanos.
Fuente: Rmit.edu.au
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