Artículo redactado por Antonio Laiz y Oscar Torrents, colaboradores de Revista de Robots
Antonio Laiz. Ingeniero técnico en informática de gestión, profesor colaborador en la UOC y docente en el Instituto Anna Gironella de Mundet.
Oscar Torrents. Ingeniero técnico en telecomunicaciones
que ejerce de docente
en el Instituto Anna
Gironella de Mundet
El acceso al diseño y la impresión en 3D ha significado un paso cualitativo en la docencia, pues el dominio de estas herramientas ha permitido poder diseñar y producir entrenadores hechos a medida para cualquier ámbito que se pueda proponer.
Los docentes, con conocimientos de diseño y recursos en impresión 3D, son el potencial más grande del que disponen los centros educativos en la actualidad. Poder generar entrenadores para trabajar la visión artificial, la realidad aumentada, trigonometría, robótica, diseño 3D… son algunos de los diversos ámbitos en los que disponer de recursos producidos por los docentes o bien desarrollados como proyectos transversales dentro de los curriculums, permiten dotar al alumnado y a los centros de los materiales didácticos que no pueden adquirir por el elevado coste que estos suponen. Es decir, tener acceso a una impresora 3D nos permite obtener físicamente diferentes recursos a un precio muy bajo para que estudiantes de todas las edades puedan practicar.
Con este cambio de paradigma, el docente tiene en sus manos una herramienta que permite la innovación y la creatividad, consiguiendo con ello que el alumno y el profesor puedan desarrollar prototipos que se harán realidad y que permitirán trabajar otros contenidos de forma diferente dentro del centro.
Cada docente, con su formación de base, tiene una forma de ver los recursos que necesita para que los alumnos puedan avanzar en su aprendizaje. La mayoría de estos recursos físicos se pueden diseñar y construir con una impresora 3D, lo que genera una gran versatilidad a la hora de crear proyectos personalizados a las necesidades de cada docente.
Generar un recurso en 3D supone pensar en su etapa de diseño, supone trabajar la capacidad espacial que el alumno debe tener para generar un prototipo y por supuesto ver los errores en el diseño y replantear las soluciones para conseguir el éxito fijado. Hasta ahora este proceso era muy difícil de poder desarrollar en las escuelas, pero en el momento que se pueda introducir la impresión 3D dentro de las aulas, los alumnos podrán trabajar todos estos aspectos de forma integral y transversal dentro de los proyectos, pudiendo compartir los resultados alcanzados con otros compañeros de su propio centro o externos.
Otro gran aspecto que está por desarrollar, pero que por su potencial debería ser tenido en cuenta, es la posibilidad de trabajar con los cursos superiores de una escuela. La creación de entrenadores que permitan a los alumnos de los cursos inferiores y que no tienen los conocimientos básicos para poder desarrollarlos, utilizar estos materiales pensados y generados por los alumnos de mayor edad. Esta forma de hacer puede ayudar a los profesores a intercambiar entre etapas los conocimientos y recursos que de forma cíclica se trabajan.
Un cambio de paradigma mucho más intenso se produce en aquellos centros de enseñanza de nivel superior, en donde el diseño de prototipos para implementar en otros proyectos, obliga al alumnado a profundizar en las características mecánicas de las piezas, en su estructura, en la funciones que deben realizar y en los materiales que deben utilizar para conseguir determinadas propiedades mecánicas y funcionales. Esto facilita que los proyectos que se desarrollan en los centros de enseñanza superior, sean mucho más complejos a un coste más reducido, consiguiendo que el alumnado pueda desarrollar habilidades que hasta el momento no había tenido posibilidad de trabajar en un entorno educativo.
Si hasta el momento hemos comentado las posibilidades que ofrece la impresión 3D para facilitar la implementación de materiales y proyectos en los centros educativos, no deja de ser llamativo la gran cantidad de repositorios de litografías stl que han aparecido en internet y que a su vez redunda en beneficio del cambio de paradigma que venimos comentando. En muchas ocasiones, diseñar una nueva pieza desde cero puede suponer un número importante de horas que el currículum no permite disponer, por lo que el alumno puede reutilizar proyectos ya creados o modificarlos para conseguir nuevos objetivos. Esto que en principio es un entretenimiento, se puede convertir en una herramienta importante a la hora de pensar cómo hacer uso de la impresión 3D dentro de las aulas.
Una vez comentadas algunas aplicaciones sobre las nuevas herramientas, hemos de destacar la posibilidad de implementar las actuales metodologías pedagógicas, trabajar en grupo, trabajar por proyectos, acceso a las herramientas digitales, promover la capacidad de ser autodidacta, y conseguir cierta autonomía en el alumnado, que estas facilitan.
La opción de proponer a los alumnos la realización, por ellos mismos, de un proyecto con cierto grado de libertad, a través de un seguimiento y guiado por el profesor, estimula al alumno, elimina las clases magistrales, y conseguimos que se entretengan y disfruten mientras aprenden y refuerzan otros aspectos como, compartir, autoestima, autonomía, y sobre todo conocimiento. Por todo lo expuesto y por nuestra experiencia en la implementación de la impresión 3D en las aulas, podemos confirmar que este cambio de paradigma que ponemos de relieve, es un hecho imparable y que dentro de los centros educativos, deberá ser una herramienta más a considerar como recurso ilimitado para transformar la forma de enseñar de los docentes y la forma de aprender de los alumnos del siglo XXI.
Artículo redactado por Antonio Laiz y Oscar Torrents y publicado en el número 1 de Revista de Robots (ver revista de automatización)
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